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Las muñecas Bombón antes de ser muñecas

Las muñecas Bombón antes de ser muñecas

Las muñecas Bombón antes de ser muñecas 800 800 Bombón

Dirigió una sonrisa a la pequeña que le contemplaba a escasos pasos de ella: era preciosa. Había nacido de una margarita, blanca y amarilla, así que seguro que se llamaría igual: Margarita.

Desde el mismo instante de su nacimiento fue evidente que cada una de ellas tenía su propia personalidad. Margarita no cesaba de mirarse en el riachuelo, en vez de pensar dónde podían cobijarse o qué frutos era mejor comer para saciar el hambre que comprimía el estómago de Dalia.

Dalia, en cambio, no sabía aún ni de qué color eran su pelo ni sus ojos, su sentimiento de supervivencia y la necesidad de toma de decisiones fueron palpables desde sus primeras horas de vida.

Caminaron por el bosque durante dos días y dos noches hasta que, finalmente, llegaron a una cabaña eregida en el centro de un claro, casi imperceptible a la vista, porque ese claro se hallaba cubierto de unas zarzas, que impedían la entrada de prácticamente cualquier ser que fuera más alto de medio metro.

Con cautela, las dos hermanas empujaron la puerta y, maravilladas, contemplaron los manjares desplegados sobre una gran mesa de madera y piedra. Mientras Dalia pensaba qué era lo que debían comer, Margarita observaba la cama de seda, la porcelana y unos hermosos vestidos colgados tras la puerta de la entrada.

  • Dalia, hermanita, ¿has visto estas preciosidades? Mira qué suave es este traje. ¡Quiero ponérmelo!
  • Margarita, no sabemos a quién pertenece, no hay que tocar.

De repente, una voz invadió la estancia. Desprendía musicalidad y dulzura y les dijo así:

  • Queridas niñas, soy el hada del bosque y vuestra guía. Se me ha encomendado esta misión. Vengo a anunciaros que esta casa será la vuestra, que todo lo que aquí veis es para que podáis vivir con lo necesario para que, en un futuro, podáis acoger a vuestras hermanas, que irán poco a poco integrando esta familia. Vuestro apellido es Bombón y sois las encargadas de velar por que la humanidad sea optimista, generosa y buena. Tenéis que aprender a convivir y cuando sepáis cómo hacerlo y cómo ayudaros, deberéis transmitir la felicidad y la magia por el mundo, dispersarla como el confetti y procurar que reine la paz entre los hombres.

    Habéis hecho bien en nombraros hermanas, aunque hayáis nacido de dos flores distintas. Cada una de vosotras tendrá su propia personalidad, asociada a la flor que os concede el nombre y así debe ser para que entre todas podáis representar al conjunto de la sociedad. Cada una aportará su semilla para crear una herramienta mágica que permita encontrar la felicidad a todas las personas de este mundo. Esta cabaña os servirá de laboratorio y de hogar y, poco a poco, irán llegando y podréis conocer a toda vuestra familia y amigos. Cada uno tendrá su misión, la iréis completando durante los primeros años de crecimiento de vuestra sabiduría y después podréis salir a cumplir con la tarea encomendada.

    Se harán muñecas que os representarán. Serán unas lindas muñecas provistas de vuestra misma personalidad, y se venderán y se regalarán por todo el mundo. En aquellos hogares en los que haya al menos una de ellas reinará la magia y la felicidad y permitirá que crezca el optimismo. ¿Estáis preparadas?